Familia y verdadera amistad, pilares fundamentales en el camino de la vida y aún mas, tras la adversidad.

La amistad, en sí misma, es un vinculo sagrado, la cual se hace más sagrada con la adversidad, para convertirse en un vinculo de sangre, que perdure toda la eternidad.

Solo una cosa puede comprobar una amistad sincera y verdadera, y es cuando te toca compartir los instantes más amargos y difíciles de una vida.

Es sencillo mantener los lazos cuando las cosas marchan bien, somos felices y la adversidad es solo una palabra sin sentido alguno porque la desconocemos, pero cuando todo se vuelve en contra nuestra, cuando esa palabra desconocida nos visita, y nos toca de la manera mas cruelmente posible, hace falta tener agallas para demostrar que siempre se va a permanecer ahí, para apoyar a quien más lo necesita, para demostrar el verdadero significado de la palabra AMISTAD.
Y es que ser un amigo de verdad es una acción que requiere de mucho valor.

Valor, tanto o más del necesario para enfrentarnos con nuestros peores miedos, con nuestro futuro mas incierto y que gracias a la familia y a los verdaderos amigos, que siempre está ahí, te acompañan en los peores momentos, también en los mejores, y solo espero, si la vida nos lo permite, que esas amistades envejezcan juntas, pidiendo a Dios, el deseo de ser el primero en esperarlos allí arriba, aún demostrando cobardía por quizás no saber ser capaz de sobrellevar la falta de los mismos, porque aunque la vida haga que en algunos casos, estemos separados en la distancia, me siento seguro y dichoso porque la distancia siempre se ha hecho corta cuando lo he necesitado, y lo mismo decir de la familia, superando momentos de caos, y también disfrutando los momentos buenos y de paz, compartiendo este camino que es la vida, siempre con su compañía, porque al igual que los verdaderos amigos, su perspectiva de visión alcanzan mas allá que la de una mirada perdida en la soledad, el dolor y la resignación de una mente perdida.

Los amigos, los reencuentros, los recuerdos de momentos vividos y nuevos que vendrán, son medicina para nuestra mente y nuestra alma, y aunque a veces los tengamos lejos, podemos sentirlos siempre cerca en el corazón.

Recorramos a menudo pues la senda que nos lleva al huerto de nuestros "amigos" y nuestra familia, no sea que la maleza nos impida ver el camino, porque un buen amigo y una familia que te quiere y aprecia, es aquella para la cual, nuestra vida no tiene secretos y a pesar de todo nos apoya, aprecia y acompaña en el día a día.

Un saludo amigos.
Raúl Martínez