Regreso al hogar, a tu habitat, a tu dia a dia.

Todos tenemos nuestra casa, que es el hogar privado y la ciudad que es el hogar público.

El regreso a tu hogar, a tu antiguo hábitat, a tu antigua vida y a tus viejas costumbres, son de las cosas que más inquietudes tendrás a la hora de enfrentarte al día de tu vuelta.

Por mucho que creas cómo será, qué será lo que te encuentres, cuánto habrá cambiado todo, no es nada parecido a lo que podrás imaginar.

Tendrás que enfrentarte a miradas, cotilleos, cuchicheos, admiración por un lado y lástima por otro, pero al final, al único que tendrás que enfrentarte es a ti mismo.

¿Por qué a ti mismo? Porque verás como ir o intentar acceder a los sitios donde ibas ya no podrás, porque la gente y amigos con los que te juntabas ya no están, y porque la familia y amigos que más cerca estuvieron un día, ya no lo están.

Al final debes tener claro que para empezar tu camino y andadura de regreso e integración al hogar que una vez te vio partir, contarás con la familia más cercana, un par de amigos fieles que no te dejarán nunca y lo más importante, la cabeza mejor amueblada que seas capaz de tener y mantener.

¿Y por qué esto último? porque emperarás a ser realista y comprender que toda esa nube en la que vivías, esa malla de protección en la que te mantenían a salvo está desapareciendo, y que de tí depende si dejarte caer y ser arrastrado o empezar a mantenerte a flote por ti mismo empezar a aprender a volar.

Tu fuerza y coraje mental será lo que te mantega fuerte y a salvo de todos los problemas e impedimentos que te vayas a encontrar, las metas a corto plazo y sin vistas al mañana, y viviendo el día a dia será la tónica constante en tu vida durante muchos años.

Vivirás en un escaparate público que sólo de ti dependera tenerlo bello y saludable, o caído y hundido, de tu fuerza moral y coraje físico dependerá los días siguientes.

Piensa, cree y ten el convencimiento que ya el levantarte cada mañana es un logro al que deberás sumar el salir a la calle y enfrentarte con tu vida, con la sociedad, que la vida está en la calle, tu futuro está en la calle, tu conocimiento y experiencia están en la calle, tus futuros amigos y futura familia está en la calle, y que si te quedas en casa NUNCA y digo NUNCA, tendrás nada de lo anterior porque el futuro no viene a buscarte, tienes tú que ir en su busca con tu sillita de ruedas y buscarlo, o al menos estar ahí por si aparece.

Es un trabajo largo, tedioso, costoso y a veces muy desmoralizante porque sabes cómo moralmente sales de tu casa pero no cómo volverás.
Y no lo sabrás hasta que veas y compruebes que la sociedad, algunas personas, a veces pueden ser muy malas y con muy mala intención, que hay palabras o gestos que duelen más que los daños físicos, pero que todo esto te valdrá y te servirá para madurar más deprisa y hacerte más fuerte si lo sabes manejar.

Sólo te digo que tengas paciencia y mucha, que tengas presente que en tu mente está tu fuerza y que utilices esa fuerza para convertirla en energía y enfrentante a todos aquellos débiles de mente que hacen de su palabra su fuerza.

Apóyate en tu familia más cercana y tus dos o tres fieles amigos e intenta vivir, que nadie te impida eso que es lo único tuyo verdadero que tendrás, porque al cabo del día, cuando estés solo en la cama, el cómo te hayas enfrentado a ese día será lo que te haga llegar a tu descanso, porque si no, tu descanso no llegará nunca.

En mi caso querría agradecer a aquellos que más cerca estuvieron en esos momentos, a mi familia más cercana que lucharon todo lo indecible, a mi gran amigo Manolo Caro, que me aguantaba casi cada tarde, y a sus pizzas con mis manías y mis terquedades, a mi admirado Oscar Martín por estar ahí cuando lo necesitaba y llevarme a casa sin decirle nada, a cambio de un vaso de agua (él sabe el porqué), a mi amigo Julián Carlos por estar antes y después y a tres grandes amigos de Madrid que estuvieron ahí en el hospital de la Paz cuando debían estar, Loli, Isidoro y Gema.
Y como no al Padre Rafael que me acompañaba en mas de un mal momento cuando estaba en el hospital de la Paz y nos conocimos y coincidimos.

A mis dos mejores y más grandes médicos el Dr. Jaime Velasco y el Dr. Miguel Ascenzo de Toledo (D.E.P) gracias a ellos que me mantuvieron y me salvaron la vida, uno física y el otro casi mentalmente, y como no, a mi familia que sacrificaron muchas cosas porque yo saliera hacia adelante
Gracias a ellos estoy donde estoy y soy lo que soy, y no quería dejar que pasaran más capítulos sin mostrarles mi agradecimiento.

Por todos ellos, por todos vosotros, por los que están, regresaron o llegaran está escrito este blog.
Espero que os sea de utilidad y que, como a todos nos ha pasado, no nos demos cuenta tarde de todo esto.

Un saludo amigos.