La esencia de la vida que nos hace seguir siempre adelante.

Segundos de vida. Inapreciables de manera individual pero que todos sumando en su conjunto, tu vida formarán y la compondrán.

Una calurosa mañana, bajo una arboleda en la que me gusta parar, escribir, reflexionar al silencio solo roto por el cantar de algunos pajarillos, la compañía silenciosa de un gato a la sombra de un banco descansar y el chapotear del fluir del agua de una fuente que no deja de emanar, en el que el entorno de naturaleza te sumerge en un hábitat de paz, descanso mental, tranquilidad puedes apreciar con qué poquito es fácil hacer fluir la vida y lo que, en demasiadas ocasiones, nos empeñamos por hacer espesa, costosa, complicada, muchas veces por orgullos y otras casi seguro que ni el porque se sabrá.

Sigo observando, escuchando e intento extrapolar el momento a la realidad y cotidianidad de nuestro cada día.

El silencio como el de las mañanas al despertar, ese cantar suave de los pájaros, ni muy alto ni muy bajo, que es agradable y fácilmente percibible de escuchar, como en toda conversación humana se debería dar y ese continuo fluir de esa agua por su rocosa fuente como pueda ser cada segundo de nuestras vidas que fluyen de continuo a nuestro lado cuan cerrando nuestro círculo vital y que muchas veces no sabemos con ellos ni que hacer porque pensamos que jamás se agotarán, ni de emanar, fluir, ni como si nada brotar.

Segundos de vida, de vida real y realidad. Segundos que deben servir para hacerte ver que es lo importante y que lo insignificante y banal. Segundos que separarán el nacer del morir.

Y así el reloj de la vida es como se va agotando, segundo a segundo sin saber si de verdad los estás valiosamente aprovechando y no gastando.

Porque aquellos que fallecieron ayer, seguramente tenían planes para esta mañana, y los que murieron esta mañana tendrían planes para esta noche.

No des nada, ni mucho menos la vida, por sentado ni asegurado, porque en lo que se tarda en parpadear o suspirar, toda tu vida puede cambiar, por ello vive y siente cada momento, obvia e ignora las cosas y los comportamientos superfluos que nada te aportarán y da vida, porque nunca sabrás si dispondrás otra oportunidad.

Por ello, aprovecha ese cada segundo y confía siempre en tu capacidad para lograr aquello de lo que te ves capaz, pero aún más, en ese sentimiento interior que te dice y hace que lo desees con el corazón, porque sin duda esa será tu mayor motivación y la que te lleve a la felicidad.

Y llegará esa mañana que al levantar y mirarte al espejo te darás cuenta que aún siendo joven, una parte de tí se sentirá vieja, madura, sabia y apreciarás como todo lo que sucede alrededor de la vida, parece que va más deprisa, y comprenderás que, aún estando en la mitad del tablero del juego de la misma, todavía puedes hacer muchas cosas.
El ¿porqué?, porque eso significará que aun sigues enamorado de la vida.

Un saludo.
Raùl Martìnez