Educar es amar, cuidar con ternura y dedicación una semilla con la ilusión que un día dará sus frutos.
En cada charla de que doy a los más jóvenes, puedo ver en sus rostros la verdadera necesidad de nuevos conocimientos de lo que es la realidad de la vida, y a los que es difícil acceder.
El hecho de que te vean y escuchen desde tu silla de ruedas, desde lo más profundo de tu discapacidad y mostrarles tus experiencias de lo que puede ser la vida, es algo a lo que difícilmente pueden optar si no es por la disponibilidad de muchos como yo que queremos hacerles llegar y mostrarles que puede haber un mundo mejor si todos dedicamos un ratito de tiempo a los demás.
La base de nuestro futuro como humanidad está en la educación. Los profesores están para educar y cultivar sus mentes e inquietudes, las familias para educar las conductas cívicas y sociales y la gente como yo, con nuestra discapacidad y nuestras experiencias, para enseñarles la verdadera realidad de la vida, de la que nadie esta exento.
El ayudar a los más pequeños a formarles es de lo más gratificante que hay porque ves como esa labor, como esa semilla que plantaste, va dando su fruto en el camino de la vida.
Los niños son como esponjas que absorben toda la información que les va llegando, de nosotros depende qué tipo y de que calidad es esa información, para que la sociedad sea cada vez más inclusiva y que las barreras sociales dejen de ser eso, barreras.
De nosotros depende amigos, usa tu discapacidad para enseñar, aparta tus miedos, tu vergüenza y ten la convicción de que lo que estás enseñando ahora servirá para allanar los futuros caminos que estarán por llegar, caminos que si creamos buenos cimientos, serán lo más llanos y menos costosos que puedan haberse conocido.
Venimos y pertenecemos a una generación en la que la lucha y el sacrificio eran unas constantes en nuestra vida, quizás porque la normalización de la que hablo no se tuvo en cuenta en tiempos atrás.
O eras "normal" o eras el foco de las miradas de todos, lo que podría a llevarte a complejos y miedos de los que es difícil salir y más cuando apenas te van dejando reflotar.
La sociedad, y muchas conductas sociales, muchas veces es experta en hundirte, pero raras veces posee el mínimo conocimiento y la mínima necesidad de ayudarte a reflotar, y ahí es donde entra tu fuerza, tu coraje, tu constancia y sobre todo tu paciencia.
Que te hunden cien veces.... utiliza la fuerza, pero no para tomar represalias y hundirles a ellos, sino para levantarte y reflotar porque como ya he dicho varias veces en entradas anteriores no hay golpe que más duela que el que no se da y que tu fuerza, tu autoestima y ganas de superación sea ese azote invisible.
Pero ya es el momento, el futuro es ahora, y en vez de sentirnos lastimados y quejicosos y ver qué es lo que va pasando a nuestro alrededor hagamos algo para cambiarlo.
Seamos la rueda que comience a girar y mantenga el giro constante en el cambio de la sociedad, en el cambio de la vida, en la eliminación de las barreras y en el progreso y la inclusión.
Dediquemos un poquito de tiempo a educar, a enseñar, a hacer normal y social la discapacidad.
Que la sociedad sea consciente que una discapacidad no es algo que se elige, es algo que te puede tocar, pero en la que tú sí tienes el poder de elección de como quieres vivir con ella, de como quieres usarla y de a donde quieres llegar.
Como sea tu paso por la vida solo te lo marcas tú, si eres de los que te tocó o te toca hacer de tu vida una superación diaria, como yo, no te quejes y aprovecha la experiencia que vas adquiriendo en formar para que en el futuro social de las personas lo que ahora llamamos lucha por la inclusión y la normalización sean denominaciones pasadas.
Todos, por poquito que hagamos, sumamos y si ahora hemos avanzado en algo fue por la lucha de otros en tiempos pasados, entonces lucha, avanza, se constante, dedica tiempo a los demás y quizás no seas recordado pero al menos tu labor siempre perdurará, porque amigo ten una cosa clara que en la vida sólo es inmortal aquel que es recordado hasta que se le olvida.
Un saludo amigos.
Raul Martinez